lunes, 29 de diciembre de 2008

domingo, 21 de diciembre de 2008

Sobre Balances y Vejeces

Uno se pasa todo el final del año haciendo retrospectivas, analisis y elucubraciones diversas, tanto que el tiempo consumido en ello comienza a entrar en el balace, y ahi es cuando nos damos cuentas que la estrategia para no perder el rumbo no funciona del todo. 
Pero a los cuarentayalgos se empieza a producir  lo que ya me temía: los balances findeañeros toman un carácter más de largo plazo, porque el año es ahora una unidad de medida demasiado pequeña: planeamos cosas en términos de lustros, y lo que es peor podemos fácilmente recordar algun evento que caiga una, dos y hasta tres décadas atrás, y lo que es peor que peor ya ni nos sobresaltamos por eso. Con esa noción del largo plazo hacia atrás y hacia adelante, un balance empieza a ser cada vez más un resumen de cuentas vital, y allí entran los logros, las decisiones acertadas que hemos tomado y las otras, las que nos pasan aún facturas de diverso calibre. (dígase de paso que para un ex-patriado estas elucubraciones van teñidas con la pátina melancólica y forcejeo esquizoide de imaginar presentes paralelos en el propio país). 
Asique casi casi un balance es, por estos días, una tarea no sólo dolorosa sino definitivamente destinada al fracaso. Quedan, eso sí, las ganas de que el año que se viene sea mejor del que termina, frase que no por trillada hasta el hartazgo deja de ser exacta- y simplemente lo que uno desea.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Primeros Comentarios

Las primeras observaciones de Noam Chomsky sobre lo que vendrá (y lo que quedará igual) en la capital del Imperio.

jueves, 30 de octubre de 2008

La caja de cartón


Pertenezco a la generación que todavía guarda, muy en el fondo de sus percepciones e interpretaciones en común, una idea enigmática del cuarto oscuro. Somos los que pasamos todo el secundario en dictadura. En esa época en la que la política empieza a ser algo discernible y, según los tiempos y las personas, algo sucio o apasionante, yo escuchaba en una universidad pública a un profesor de latín ordenar a la clase entera encomendarse al arcángel San Gabriel.

De modo que nuestro cuadro de situación era una película de terror clase B, de ésas en las que la chica da por muerto al monstruo y se relaja, y entonces... Todos saben lo que pasa: el monstruo no estaba muerto. Vemos sus garras aparecer por encima de la chica. La cámara se corre a la ventana y escuchamos los gritos. Fin.

A mí me había pasado eso (el horror de ver las garras cuando ya me había relajado junto con la chica) el 2 de abril de 1982. No era el ’76. Era el ’82. Un año y medio antes, apenas, del día en que iba a votar por primera vez. Aquella explosión callejera en adhesión a la incursión a Malvinas me había paralizado. Fue ese día que la política se me volvió tridimensional. Quizá porque Malvinas fue una estrategia política más que militar, ese día vi a gente común y corriente vitorear en la Plaza de Mayo a Galtieri. Hay que hacer una operación mental compleja para entender la náusea que ello me provocaba. Ya se sabía que habían secuestrado, matado, robado, torturado. Y eran aplaudidos por la gente. Yo advertí, ese día, con el horror de ver las garras del monstruo por encima de la chica, que la dictadura no eran solamente una generación de militares desquiciados y de instinto asesino desatado. La dictadura era la depositaria del monstruo argentino que aún hoy pide leña, sangre y muerte para alcanzar la paz.

El 30 de octubre de 1983, cuando entré a un aula del microcentro para votar por primera vez, con el voto militante decidido y resaca de la interminable noche anterior, empezó otra película. La coreografía democrática me fascinó. Las filas de hombres y mujeres en silencio, los policías ayudando a leer padrones, las viandas de los fiscales de mesa, las urnas. Era la primera vez que veía una urna. Esa caja de cartón era una urna. Esa caja de cartón era por lo que habíamos luchado en los últimos años. Por lo que nos habíamos tragado gases, por lo que nos habían tirado los caballos encima. Todas esas imágenes caían como diapositivas sobre la caja de cartón. Ese día en las filas había mucha gente llorando. Era dolor y felicidad todo junto. No era necesario explicar nada.

Ahora en mi DNI tengo un solo cuadradito más para el sello de concurrencia a elecciones. Pero ninguna de esas veces en las que voté, que fueron muchas, la caja de cartón dejó de ser una pantalla en la que me fueron cayendo esas diapositivas. El otro día leía una nota al juez Eugenio Zaffaroni en la que citaba a un jurista del siglo XIX, Rudolf Von Diering, que dijo que “los derechos se consiguen con lucha, y después se despilfarran. Se despilfarran porque vienen otras generaciones que se olvidaron de la lucha; se despilfarran como la fortuna que no se trabajó”. Pertenezco a la generación que era muy chica cuando se llevaron al resto, pero que protagonizó las luchas por el regreso a la democracia. Las hubo. Se dieron en las calles y en los discursos. Nunca percibí el atropello a la democracia como otra cosa que un exceso, un despilfarro de algo que nunca sobra. Nunca sobran la justicia ni la equidad ni la libertad, de modo que la democracia siempre, por definición, no sobra. Su despilfarro me es inconcebible.

Y cuando veo las urnas, también, entre las diapositivas que caen sobre ellas, está aquel 2 de abril. Es una foto que me indica que siempre hay que estar alertas, que fue una guerra perdida la que nos abrió la puerta, que ganamos esa bella coreografía democrática, pero que los años, la madurez y más lucha son los que le van dando sentido. Eso es lo mejor de todo: la democracia siempre tiene sentido.

Fuente: El sentido de la democracia

Por Sandra Russo

Pagina12, Jueves 30 de Octubre de 2008.


La autora y fuente van al final  para evitar juicios apresurados. Esto podriamos haberlo escrito (asumiendo que uno tuviera el mismo nivel literario) palabras mas, palabras menos, cualquiera de la generación pos-proceso.

jueves, 23 de octubre de 2008

Scenarios

Like dreams, statistics are a form of wish fulfillment.
J.Baudrillard



Hay cada vez más y más estadisticas 'en tiempo real'.Este concepto es ya bastante difuso per se, pero ahora además se habla del real-time polls feedback, algo así como la influencia de lo instantáneo sobre el futuro. En fin, por otro lado hay intentos de perfeccionar las estadisticas de sondeos que llaman a tener alguna esperanza en que podremos leer los resultados sin preguntarnos quién la hizo.  Sino miren aquí. 
 

Please, don't vote

miércoles, 8 de octubre de 2008

BLOG DAY ACTION 08

A veces parece que saben de qué hablan. Y ya sé que a veces es esnobismo. Pero la blogósfera es más transversal de lo que parece y, who knows, algún evento ocurre en la cabeza de alguien.
Pobreza. Cuántos de los que leemos esto hemos sentido su aliento, su efecto destructor de la dignidad humana. Yo no. Como alguien dijo alguna vez, yo he sido como máximo un turista de la pobreza.
Quedará por verse si estos 2 minutos dedicados al tema con el video correspondiente son útiles o si son funcionales a la continuidad de la teorización de los snobs. Queda registrado que esta acción en sí misma se inserta en la continuidad de lo segundo.


Blog Action Day 2008 Poverty from Blog Action Day on Vimeo.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Preguntas

Por qué aún finjimos sorpresa si hablan de la 'pérdida de los principios liberales' cuando salen los gobiernos a comprar empresas en bancarrota?
Por qué los mismos que dirigian esas empresas que quiebran nos explican cómo hacer para salir de la crisis?
Hasta qué punto estas quiebras de empresas concretas influyen en la economía global, mas allá de lo que afecte a los empleados, proovedores,clientes y aledaños?

lunes, 4 de agosto de 2008

La idoneidad pública


escrito por Gerardo Sanchis Muñoz
En La Nación, 24 de agosto de 2004


Se planteó con acierto en estas páginas (en una nota de Sergio Berensztein titulada La paz se construye con solidez institucional, del 28 de julio último) el problema de nuestra debilidad institucional, describiendo muy bien los síntomas de esta enfermedad argentina. Allí se concluía con la propuesta de impulsar la transferencia de capacidades institucionales de otros países. Sin embargo, el análisis no se dirigió a las causas más profundas que han llevado a la degradación de nuestras instituciones públicas, por lo que la solución planteada, que sin duda es positiva, nos podría extraviar del camino central que debemos recorrer para empezar a revertir la decadencia argentina. La Argentina tiene muchas falencias, pero seguramente la mayor urgencia no es importar instituciones. No significa negar nuestras limitaciones y lo que podemos aprender del mundo, que es mucho, sino entender también nuestras capacidades. Hemos sido creadores de organizaciones modelo, que llegaron a ser adaptadas en otros países, y muchos de nuestros sistemas estatales clave actuales, como el de la carrera pública, el Sistema Nacional de la Profesión Administrativa (Sinapa), el de control de la Auditoría General de la Nación-Sindicatura General de la Nación (AGN-Sigen) o el Sistema Integrado de Información Financiera (Sidif) de administración presupuestaria son excelentes. No somos Rumania, que sale de años de oscurantismo y necesita injertar un gobierno republicano completo. Tuvimos el presupuesto por programa (por objetivos) antes que Francia, y muchos organismos certificados por calidad -International Organization for Standardization (ISO) 9000- antes que en el resto de América latina. Nuestra gran falla es otra. Las organizaciones son fundamentalmente las personas que las componen. En muchos casos tenemos gente competente, pero no en el lugar que corresponde. En otros casos no tenemos la gente competente porque no la formamos. De nada sirve traer una Aduana copiada de España si voy a nombrar a inexpertos para conducirla, o si no tengo aduaneros idóneos para integrarla, porque no hay escuela aduanera meritoria. En ningún país avanzado faltan las carreras públicas en las funciones clave e intransferibles del Estado (aduana, impuestos, regulación económica, auditoría, etc.): no tiene justificación, es absurdo y hasta suicida. Nosotros pensamos que podemos sin ellas. Hemos ido degradando sin pausa la vocación pública, con un desprecio alentado por los opinadores sesgados ideológicamente y por políticos que apoyan la idea del Estado-botín, con los empleos públicos como trofeos de guerra. En la Argentina ya no hay separación entre Estado (de todos) y gobierno (de un partido). El principio de idoneidad del artículo 16 de la Constitución nacional no se respeta y ni siquiera se recuerda. Se puede entender la idoneidad como el sistema que lleva a que ocupe un cargo público el que realmente debería, conjugando al menos tres factores: integridad moral y cívica, competencia técnica y motivación por el bien público. Si falta alguno de estos ingredientes no se es idóneo para un cargo público: por ejemplo, puedo ser muy instruido, pero corrupto. El primer paso para la idoneidad es el sistema de mérito en el Estado, o la igualdad de acceso, fundamento clave de cualquier institución pública sólida. No falta en ningún país avanzado, pero en la Argentina casi no existe. Apenas hay algunos bolsones de profesionalización (diplomacia, guardaparques), y son la excepción, no la regla. A pesar de que la igualdad de oportunidades y de trato figura taxativamente en toda nuestra legislación sobre el sector público civil, se ignoran escandalosamente, o más bien en silencio. En síntesis, lo que nos diferencia de los países avanzados que podríamos emular no es la "calidad institucional", concepto difuso por cierto, sino, lisa y llanamente, la falta de un sistema que garantice la idoneidad por medio del mérito amplio pero estricto en el Estado. Podemos ilusionarnos con que avanzamos copiando propuestas innovadoras de management público -o nueva normativa-, pero normativa es lo que sobra en la Argentina. Escasean la integridad, la profesionalidad y la motivación para la carrera pública. Se inventaron hace muchos años y es el sostén fundamental de las grandes naciones, y ya sería hora de empezar a nutrirlas.



El autor es profesor de Economía Pública de la Universidad Católica Argentina.

lunes, 28 de julio de 2008

Patria



Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete
Que, alto en el alba de una plaza desierta,
Rige un corcel de bronce por el tiempo,
Ni los otros que miran desde el mármol,
Ni los que prodigaron su bélica ceniza
Por los campos de América
O dejaron un verso o una hazaña
O la memoria de una vida cabal
En el justo ejercicio de los días.
Nadie es la patria. Ni siquiera los símbolos.
Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo
Cargado de batallas, de espadas y de éxodos
Y de la lenta población de regiones
Que lindan con la aurora y el ocaso,
Y de rostros que van envejeciendo
En los espejos que se empañan
Y de sufridas agonías anónimas
Que duran hasta el alba
Y de la telaraña de la lluvia
Sobre negros jardines.
La patria, amigos, es un acto perpetuo
Como el perpetuo mundo. (si el Eterno
Espectador dejara de soñarnos
Un solo instante, nos fulminaría,
Blanco y Negro relámpago, Su olvido.)
Nadie es la patria. Pero todos debemos
Ser dignos del antiguo juramento
Que prestaron aquellos caballeros
De ser lo que ignoraban, argentinos,
De ser lo que serían por el hecho
De haber jurado en esa vieja casa.
Somos el porvenir de esos varones
La justificación de aquellos muertos;
Nuestro deber es la gloriosa carga
Que a nuestra sombra legan esas sombras
Que debemos salvar.
Nadie es la patria, pero todos lo somos.
Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,
Ese límpido fuego misterioso.



Jorge Luis Borges
(“El Otro, el mismo”)

sábado, 15 de marzo de 2008

Y dale con ésto, che

La maledicencia


"Admitamos que la primera vez se ofende por ignorancia; pero creamos que la segunda suele ser por villanía."


Los mediocres, más inclinados a la hipocresía que al odio, prefieren la maledicencia sorda a la calumnia violenta. Sabiendo que ésta es criminal y arriesgada, optan por la primera, cuya infamia es subrepticia y sutil. La una es audaz; la otra cobarde. El calumniador desafía el castigo, se expone; el maldiciente lo esquiva. El uno se aparta de la mediocridad, es antisocial, tiene el valor de ser delincuente; el otro es cobarde y se encubre con la complicidad de sus iguales, manteniéndose en la penumbra.
Los maldicientes florecen doquiera: en los cenáculos, en los clubs, en las academias, en las familias, en las profesiones, acosando a todos los que perfilan alguna originalidad. Hablan a media voz, con recato, constantes en su afán de taladrar la dicha ajena, sombrando a puñados la semilla de todas las yerbas venenosas. La maledicencia es una serpiente que se insinúa en la conversación de los envilecidos; sus vértebras son nombres propios, articuladas por los verbos más equívocos del diccionario para arrastrar un cuerpo cuyas escamas son calificativas pavorosos.
Vierten la infamia en todas las copas transparentes, con serenidad de Borgias; las manos que la manejan parecen de prestidigitadores, diestras en la manera y amables en la forma. Una sonrisa, un levantar de espaldas, un fruncir la frente como subscribiendo a la posibilidad del mal, bastan para macular la probidad de un hombre o el honor de una mujer. El maldiciente, cobarde entre todos los envenenadores, está seguro de la impunidad; por eso es despreciable. No afirma, pero insinúa; llega hasta desmentir imputaciones que nadie hace, contando con la irresponsabilidad de hacerlas en esa forma. Miente con espontaneidad, como respira. Sabe seleccionar lo que converge a la detracción.
Dice distraídamente todo el mal de que no está seguro y calla con prudencia todo el bien que sabe. No respeta las virtudes íntimas ni los secretos del hogar, nada; inyecta la gota de ponzoña que asoma como una irrupción en sus labios irritados, hasta que por toda la boca, hecha una pústula, el interlocutor espera ver salir, en vez de lengua, un estilete.
Sin cobardía, no hay maledicencia. El que puede gritar cara a cara una injuria, el que denuncia a voces un vicio ajeno, el que acepta los riesgos de sus decires, no es un maldiciente. Para serlo es menester temblar ante la idea del castigo posible y cubrirse con las máscaras menos sospechosas. Los peores son los que maldicen elogiando: templan su aplauso con arremangadas reservas, más graves que las peores imputaciones. Tal bajeza en el pensar es una insidiosa manera de practicar el mal, de efectuar lo potencialmente. sin el valor de la acción rectilínea.




José Ingenieros, "El Hombre Mediocre"

jueves, 13 de marzo de 2008

Seguimos con el Asunto Éste

Los Peligros Sociales de la Mediocridad

La psicología de los hombres mediocres caracterizase por un riesgo común: la incapacidad de concebir una perfección, de formarse un ideal. Son rutinarios, honestos y mansos; piensan con la cabeza de los demás, comparten la ajena hipocresía moral y ajustan su carácter a las domesticidades convencionales.
Están fuera de su órbita el ingenio, la virtud y la dignidad, privilegios de los caracteres excelentes; sufren de ellos y los desdeñan.
Son ciegos para las auroras; ignoran la quimera del artista, el ensueño delsabio y la pasión del apóstol. Condenados a vegetar, no sospechan que existe el infinito más allá de sus horizontes.
El horror de lo desconocido los ata a mil prejuicios, tornándolos timoratos e indecisos: nada aguijonea su curiosidad; carecen de iniciativa y miran siempre al pasado, como si tuvieran los ojos en la nuca.
Son incapaces de virtud; no la conciben o les exige demasiado esfuerzo. Ningún afán de santidad alborota la sangre en su corazón; aveces no delinquen por cobardía ante el remordimiento.
No vibran a las tensiones más altas de la energía; son fríos, aunque ignoren la serenidad; apáticos sin ser previsores; acomodaticios siempre, nunca equilibrados.
No saben estremecerse de escalofrío bajouna tierna caricia, ni abalanzarse de indignación ante una ofensa. No viven su vida para sí mismos, sino para el fantasma que proyectan en la opinión de sus similares.
Carecen de línea; su personalidad se borra como un trazo de carbón bajo el esfumino, hasta desaparecer.
Trocan su honor por una prebenda y echan llave a su dignidad porevitarse un peligro; renunciarían a vivir antes que gritar la verdadfrente al error de muchos. Su cerebro y su corazón están entorpecidospor igual, como los polos de un imán gastado.Cuando se arrebañan son peligrosos. La fuerza del número suplea la febledad individual: acomúnanse por millares para oprimir acuantos desdeñan encadenar su mente con los eslabones de la rutina.

Substraídos a la curiosidad del sabio por la coraza de su insignifi-cancia, fortifícanse en la cohesión del total; por eso la mediocridad esmoralmente peligrosa y su conjunto es nocivo en ciertos momentos dela historia: cuando reina el clima de la mediocridad.Épocas hay en que el equilibrio social se rompe en su favor. Elambiente tórnase refractario a todo afán de perfección; los ideales seagostan y la dignidad se ausenta; los hombres acomodaticios tienen suprimavera florida. Los estados conviértense en mediocracias; la faltade aspiraciones que mantengan alto el nivel de moral y de cultura,ahonda la ciénaga constantemente.Aunque aislados no merezcan atención, en conjunto constituyenun régimen, representan un sistema especial de intereses inconmovibles. Subvierten la tabla de los valores morales, falseando nombres,desvirtuando conceptos: pensar es un desvarío, la dignidad es irreverencia, es lirismo la justicia, la sinceridad es tontera, la admiración unaimprudencia, la pasión ingenuidad, la virtud una estupidez.En la lucha de las conveniencias presentes contra los ideales futuros, de lo vulgar contra lo excelente, suele verse mezclado el elogio delo subalterno con la difamación de lo conspicuo, sabiendo que el uno yla otra conmueven por igual a los espíritus arrocinados.
Los dogmatistas y los serviles aguzan sus silogismos para falsear los valores en laconciencia social; viven en la mentira, comen de ella, la siembran, lariegan, la podan, la cosechan. Así crean un mundo de valores ficticiosque favorece la culminación de los obtusos; así tejen su sorda telarañaen torno de los genios, los santos y los héroes, obstruyendo en lospueblos la admiración de la gloria. Cierran el corral cada vez que cimbra en las cercanías el aletazo inequívoco de un águila.
Ningún idealismo es respetado. Si un filósofo estudia la verdad, tiene que luchar contra los dogmatistas momificados; si un santo persigue la virtud se astilla contra los prejuicios morales del hombre acomodaticio; si el artista sueña nuevas formas, ritmos o armonías,ciérranle el paso las reglamentaciones oficiales de la belleza; si el enamorado quiere amar escuchando su corazón, se estrella contra las hipocresías del convencionalismo; si un juvenil impulso de energía lleva ainventar, a crear, a regenerar, la vejez conservadora atájale el paso; sialguien, con gesto decisivo, enseña la dignidad, la turba de los servilesle ladra; al que toma el camino de las cumbres, los envidiosos le carcomen la reputación con saña malévola; si el destino llama a un genio,a un santo o a un héroe para reconstituir una raza o un pueblo, las me-diocracias tácitamente regimentadas le resisten para encumbrar suspropios arquetipos. Todo idealismo encuentra en esos climas su Tribunal del Santo Oficio.



José Ingenieros (1877-1925) "El Hombre Mediocre"

jueves, 17 de enero de 2008

Verbos en Juego



"No disfruto de la capacidad física necesaria para hablarles directamente a los vecinos del municipio donde me postularon para las elecciones del próximo domingo. Hago lo que puedo: escribo".
Fidel Castro Ruz, 14 Enero de 2008.




Reflexiones
La Habana, 16 de Enero de 2008


Los cables lo anunciaron con anterioridad. El 6 de Enero se conocía que Bush marchaba hacia el Medio Oriente tan pronto terminara su cristiano descanso de Navidad. Iba a las tierras de los musulmanes, de otra religión y cultura a la que los europeos, convertidos al cristianismo, declararon la guerra, por infieles, en el siglo XI de nuestra era.

Los propios cristianos se mataron entre ellos, tanto por motivos religiosos como por intereses nacionales. Todo parecía ya superado por la historia. Quedaban las creencias religiosas que debían respetarse, y sus leyendas y tradiciones, fueran o no cristianas. En este lado del Atlántico, como en muchas otras partes del mundo, los niños esperaban ansiosos cada 6 de Enero buscando hierbas suficientes para los camellos de los Reyes Magos. Yo mismo participé de esas esperanzas durante los primeros años de mi vida pidiéndoles lo imposible a los afortunados Reyes, con las mismas ilusiones que algunos compatriotas esperan milagros de nuestra porfiada y digna Revolución.

No disfruto de la capacidad física necesaria para hablarles directamente a los vecinos del municipio donde me postularon para las elecciones del próximo domingo. Hago lo que puedo: escribo. Constituye para mí una experiencia nueva: no es lo mismo hablar que escribir. Hoy, que dispongo de más tiempo para informarme y meditar sobre lo que veo, apenas me alcanza para escribir.

Lo bueno se espera, lo malo sorprende y desmoraliza. Estar preparado para lo peor, es la única forma de prepararse para lo mejor.

Parece irreal ver a Bush, el conquistador de materias primas y recursos energéticos de otros pueblos, trazando pautas al mundo sin importarle cuántos cientos de miles o millones de personas mueren y cuántas cárceles clandestinas y centros de torturas deben crearse para alcanzar sus objetivos. "Sesenta o más rincones del mundo" deben esperar ataques preventivos y sorpresivos. No cerremos los ojos, Cuba es uno de esos oscuros rincones. Así lo dijo textualmente el jefe del imperio y lo he advertido a la comunidad internacional más de una vez.

En Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, a pocas millas de Irán, la AP informa que "El presidente estadounidense George W. Bush dijo el domingo que Irán está amenazando la seguridad del mundo, y que Estados Unidos y sus aliados árabes deben unirse para confrontar el peligro antes de que sea demasiado tarde.

"Bush acusó al gobierno de Teherán de financiar a terroristas, socavar la paz en el Líbano, y enviar armas a la milicia religiosa afgana Talibán. Añadió que Irán intenta intimidar a sus vecinos con una retórica alarmante, desafía a las Naciones Unidas y desestabiliza a la región en su totalidad al negarse a aclarar las intenciones de su programa nuclear."

"’Las acciones de Irán amenazan la seguridad de las naciones en todas partes’ dijo Bush. Por lo tanto Estados Unidos está fortaleciendo nuestros compromisos de seguridad de larga data con nuestros amigos en el Golfo Pérsico y convocando a sus amigos para enfrentar este peligro."

"Bush habló en el hotel Emirates Palace, construido a un costo de 3.000 millones de dólares y donde una suite cuesta 2.450 dólares por noche. Tiene un kilómetro de largo y una playa de arena blanca de 1,3 kilómetros de largo. Según Steven Pike, un vocero de la embajada de Estados Unidos en los Emiratos Árabes Unidos, cada grano de la arena de esa playa fue importado de Argelia."

Todo el mundo sabe que él quiere la guerra contra Irán, es su guerra. Promete, además, que las tropas norteamericanas permanecerán por lo menos 10 años más en Irak.

Lo peor es la incapacidad de rectificación de los principales candidatos de los dos partidos llamados a sucederlo. Ninguno se atreve a rozar con el pétalo de una rosa esa práctica imperial, con el pretexto de luchar contra el terrorismo, engendrado por el propio sistema y su colosal e insostenible consumismo, pretendiendo lo imposible: crecimiento sostenido, empleo pleno y sin inflación.

No fueron esos los sueños de Martin Luther King, Malcolm X y Abraham Lincoln, ni de ninguno de los grandes soñadores que la humanidad tuvo a lo largo de su azarosa historia.

Quien disponga de tiempo para leer y analizar las noticias que llegan por Internet, cables y libros, puede comprobar las contradicciones a que ha sido conducido el mundo.

En un artículo publicado por El País, órgano español de prensa bastante leído, se aborda el tema de los precios de los alimentos y el combustible. Suscrito por Paul Kennedy, profesor de Historia y director de Estudios Internacionales de Seguridad en la Universidad de Yale, uno de los intelectuales más influyentes en ese país, éste afirma que "el petróleo es el mayor elemento de dependencia que tiene Estados Unidos respecto a fuerzas externas."

"A mediados del siglo XVIII, Gran Bretaña poseía la mayor industria de construcción de veleros del mundo. Sin embargo, al mismo tiempo que sus astilleros lanzaban cientos e incluso miles de veleros al año, unos inventores ingleses estaban creando la máquina de vapor, que producía enormes cantidades de energía garantizada por los yacimientos especialmente bituminosos del sur de Gales. El motor de vapor y el carbón impulsaron el desarrollo del imperio británico durante otros 150 años."

Más adelante señalaba el punto de vista que más nos interesa: la interconexión cada vez mayor entre el petróleo y los alimentos. Las razones son bien sabidas: la enorme demanda energética entre las grandes economías asiáticas y la incapacidad de los países más ricos ―Estados Unidos, Japón y Europa― de reducir su consumo.

"Pero la demanda mundial de soja también está disparándose, debido sobre todo al aumento del consumo en Asia. Las decenas de millones de cerdos que hay en China devoran una increíble cantidad de soja al año. Los precios futuros de la soja son un 80% superiores este año (diciembre de 2007) a los del año pasado (2006)."

"Nadie puede estar seguro, pero lo lógico es que el crecimiento continuo de la población mundial y el aumento de las rentas reales para más de 2 000 millones de personas en los últimos años se traduzcan en una demanda cada vez mayor de proteínas ―más carne de vacuno, más cerdo, más pollo, más pescado― y, por tanto, más cereal para alimentar a los animales."

El profesor de Yale podía haber añadido: más huevo y más leche, ya que sus producciones requieren considerables cantidades de pienso. Pero un poco más adelante alude a un artículo publicado en The Economist, principal órgano de las finanzas europeas, calificándolo de "excelente, muy detallado y aterrador", titulado El fin de la comida barata. "La revista comenzó su índice de precios de los alimentos nada menos que en 1845. EI índice de precios de los alimentos es el más alto en 162 años," afirma.

Brasil, que se autoabastece ya de combustible y posee abundantes reservas, sin duda escapará de ese dilema. Erigido sobre una meseta que fluctúa entre 300 y 900 metros de altura, posee 77 veces la superficie de Cuba. Esa hermana república disfruta tres climas diferentes. Se cultivan allí casi todos los alimentos. No padece ciclones tropicales. Unida a la Argentina, podrían ser tablas de salvación para los pueblos de América Latina y el Caribe, incluido México, aunque nunca garantía de seguridad para éstos, porque están a merced de un imperio que no admite esa unión.

La escritura, como muchas personas saben, es un instrumento de expresión que carece de la rapidez, el tono
y la mímica del lenguaje hablado, que no utiliza signos. Emplea varias veces más del escaso tiempo disponible. Escribir tiene la ventaja de poder hacerlo a cualquier hora del día y de la noche, pero no sabes quiénes van a leerlo, muy pocos pueden resistir la tentación de mejorarlo, incluir lo que no dijo y tachar parte de lo dicho; a veces
sientes el deseo de echarlo al cesto por no tener al interlocutor delante. Toda mi vida lo que hice fue transmitir ideas sobre los sucesos tal como los veía, desde
la más oscura ignorancia hasta hoy en que dispongo de más tiempo y posibilidades de observar los crímenes que se cometen con nuestro planeta y nuestra especie.

A los revolucionarios más jóvenes, especialmente, recomiendo exigencia máxima y disciplina férrea, sin ambición de poder, autosuficiencia, ni vanaglorias. Cuidarse de métodos y mecanismos burocráticos. No caer en simples consignas. Ver en los procedimientos burocráticos el peor obstáculo. Usar la ciencia y la computación sin caer en lenguaje tecnicista e ininteligible de élites especializadas. Sed de saber, constancia, ejercicios físicos y también mentales.

En la nueva era que vivimos, el capitalismo no sirve ni como instrumento. Es como un árbol con raíces podridas del que sólo brotan las peores formas de individualismo, corrupción y desigualdad. Tampoco debe regalarse nada a los que pueden producir y no producen o producen poco. Prémiese el mérito de los que trabajan con sus manos o su inteligencia.

Si hemos universalizado los estudios superiores, debemos universalizar el trabajo físico simple, que ayuda por lo menos a realizar parte de las infinitas inversiones que todos demandan, cual si existiera una enorme reserva de divisas y de fuerza de trabajo. Cuídense en especial de los que inventan empresas del Estado con cualquier pretexto y administran después las fáciles ganancias cual si hubiesen sido capitalistas toda la vida, sembrando egoísmo y privilegios.

Mientras no se tome conciencia de esas realidades, ningún esfuerzo puede realizarse para "impedir a tiempo", como diría Martí, que el imperio al que vio surgir por haber vivido en sus entrañas, destroce los destinos de la humanidad.

Ser dialécticos y creadores. No hay otra alternativa posible.

Agradezcamos a Bush su papel de Rey Mago visitando el lugar donde nació el hijo del carpintero José, si alguien conoce el lugar exacto del humilde pesebre donde el Nazareno vino al mundo. El jefe del imperio lleva como regalo, esta vez, decenas de miles de millones de dólares a los países árabes para comprar armas que emanan del complejo militar industrial, y al mismo tiempo dos dólares por cada uno de los que suministra a éstos para armar al estado de Israel, donde la agencia de Naciones Unidas que aborda el tema asegura que 3,5 millones de palestinos han sido privados de sus derechos o expulsados de ese territorio.

Su instrumento obsesivo es amenazar al mundo con una guerra nuclear. Sólo él es capaz de portar ese Regalo de Reyes.

Fidel Castro Ruz

14 de enero de 2008

7 y 12 p.m.











Verbos en Juego

Si tu signo es jugar, juégalo todo:
tu camisa, tu patio, tu salud;
si tú debes jugar de cualquier modo
juega bien, con virtud.
Pero, ay amor,
no te juegues el corazón,
ay amor.

Pon el verbo azul, corazón
Pon el verbo cien, corazón
pon el verbo tú,
pero pon el verbo que te haga bien.

Si tu signo es arder, arde con todo:
tu camisa, tu patio, tu salud;
si tú debes arder de cualquier modo
arde bien, con virtud.
Pero, ay amor,
no te quemes el corazón,
ay amor.

Pon el verbo azul, corazón
Pon el verbo cien, corazón
pon el verbo tú,
pero pon el verbo que te haga bien.

Si tu signo es cantar, cántalo todo:
tu camisa, tu patio, tu salud;
si tú debes cantar de cualquier modo
canta bien, con virtud.
Pero, ay amor,
canta siempre de corazón,
ay amor, ay amor.

Pon el verbo azul, corazón
Pon el verbo cien, corazón
pon el verbo tú,
pero pon el verbo que te haga bien.

Silvio Rodríguez

domingo, 6 de enero de 2008

La Patria (o su fantasma porteño.)

Pagina 12, Domingo, 06 de Enero de 2008

Tener huevos

Sandra Russo

El team Macri-Michetti, esas caras renovadoras de la política argentina, tan sucia, tan corrupta, salió a mostrar el estilo de gobierno que tiene en mente con un puñado de acciones altamente impopulares. A esto la derecha le llama tener huevos.
Si uno tuviera que hacer una distinción tajante entre una corriente política de centroizquierda o peronista y una corriente de cepa elitista, liberal o conservadora, podría simplemente guiarse por la relación entre un gobierno y los trabajadores. No hay demasiadas vueltas: cuando se habla del “costo político” de una medida cualquiera, eso necesariamente implica que se trata de una medida impopular, que atenta contra los intereses de la mayoría, en beneficio de una elite social, económica o religiosa.
Los gremios estatales provocaron a los sucesivos gobiernos democráticos dolores de cabeza y la obligación de permanentes negociaciones. Los sucesivos gobiernos municipales, provinciales y nacionales debieron soportarlos. Los gobiernos y las patronales siempre deben soportar a los trabajadores. Hay una inercia capitalista que casi por definición, o si se quiere, por una relación dialéctica, lleva la riqueza hacia arriba. A esa inercia capitalista, cuando no es autoritaria, le corresponde el derecho de los trabajadores a defender sus intereses.
Es su pan, su dignidad y su pertenencia a esta sociedad lo que reclama un trabajador despedido. Si hasta ahora nadie tomó medidas tan brutales como las que tomaron Macri-Michetti, no fue porque las respectivas administraciones no chocaran contra los gremios estatales, sino porque evaluaron ese “costo político”. Para considerar que una medida higiénica del Estado implica un “costo político”, es necesaria también la conciencia de lo que implican los despidos masivos. No sólo manifestaciones y paros: provocan manifestaciones y paros porque está en juego la supervivencia de cada despedido.
En el modelo que Macri-Michetti tienen por lo visto en mente, esa ecuación, si fue contemplada, también fue minimizada. La derecha se excita cuando ve que se aplastan las conquistas gremiales. La derecha no quiere sindicatos. Así como en las fábricas repelen a las comisiones internas, se agrandan cuando el viento sopla a su favor, y despiden en masa y sin anestesia cuando merman las ganancias. Así como echa sospechas y decide la suspensión de un bien escaso para los pobres, los medicamentos, y en un mismo movimiento perjudica a los ciudadanos y beneficia a los laboratorios. A este tipo de cosas la derecha le llama tener huevos. A los que acusan a los nuevos líderes latinoamericanos de populistas, simplemente porque reparten la riqueza y privilegian su relación con el pueblo por sobre su relación con lobbies empresarios. Toda esa gente, que quiso a Macri jefe de Gobierno, la gente que adhirió al discurso prefabricado según el cual no despedir y no reprimir es “no hacer nada”, piensa que para tomar estas medidas hay que tener huevos.
Yo rescataría aquí los huevos que, por el contrario, y a mi entender, hay que tener para abstenerse de despedir y reprimir. Como se recordará, fue en los últimos años que volvió la actividad sindical después de mucho tiempo en el que la problemática general era la desocupación. Como conviene también recordar, esta ciudad rica cercada por cordones de extrema pobreza fue de pronto inundada por piqueteros y cartoneros. Hubo incidentes, claro, como los presos de la Legislatura. Pero la política nacional y porteña en los últimos años fue evidentemente contraria a la represión tanto de los desocupados como de los trabajadores.
También rescataría los huevos extraordinarios que tuvieron siempre los organismos de derechos humanos, que se atuvieron a la Justicia incluso cuando esa Justicia estuvo al servicio aberrante de los que cometieron crímenes aberrantes. Rescataría, también, los huevos de quienes salieron a las calles en el 2001, muchos defendiendo sus intereses individuales y muchísimos otros por la dignidad colectiva. Rescataría por último los cortes de calles que hubo por protestas justas, porque está bueno tener un tránsito ordenado, pero pretender orden cuando hay miseria es tentar a la muerte. Para la derecha, hay vidas que pueden ser sacrificadas en pos del orden. El orden es la utopía del capital. Muertos en vida que trabajen y que resuciten para volver a trabajar.
Cualquier sociedad civilizada, como las europeas, acepta que es parte de la lógica capitalista que los trabajadores reclamen. En Francia o en Italia hay muchos ciudadanos perjudicados por los paros y las manifestaciones, por los incendios de autos y los conflictos raciales. La violencia de la globalización marca ese escenario. Y los gobiernos globalizados buscan soluciones consensuadas para aplacar el mal humor social. Cualquier sociedad civilizada se reserva el derecho hasta de la xenofobia, pero evalúa el “costo político” de las soluciones brutales. Desde el nazismo, es de rigor democrático evaluar “costos políticos”.
Macri dijo que “no se dejará extorsionar”. A que 21.000 personas que ven tambalear sus fuentes de trabajo protesten, Macri le llama “extorsión”. Es interesante ver las coberturas del acto de los municipales. Este diario lo publicó en su tapa. La Nación también, pero con bocadillos como “La movilización sindical frente al palacio municipal y los trastornos provocados a los particulares no doblegaron a Macri”. O sea: el tipo tiene huevos. Clarín sólo hizo una pequeña mención en tapa a los miles de personas que salieron a la calle.
Propongo que repasemos colectivamente a qué le llamamos coraje, y a qué le llamamos desvergüenza.